De dar la vuelta al mundo en bicicleta a crear una aldea Hobbit

Una vez que descubres tu misión en este mundo, no tienes escapatoria

En m vuelta al mundo
Una vuelta al mundo en 395 días

Supongo que tendréis curiosidad por saber quién está detrás de tamaño proyecto, sea pues, me presento. Soy David Val pena, una persona sencilla nacida en el rural del norte de Galicia, concretamente en Foz, una villa costera. Mi niñez la recuerdo como una sucesión de años de arduo trabajo en el campo, unas veces era atender las vacas, otras realizar los cultivos pertinentes de temporada u otros trabajos físicos puntuales, algo inexistente hoy en día al menos en el primer mundo. Una experiencia vivida y sentida como un sufrimiento en solitario, alejado de una posible vida social y de estímulos.

Con el tiempo descubrí que aquella soledad rodeado del ciclo natural de la vida en plena naturaleza, había sido mi mejor escuela. De hecho, no tardé en regresar creando mi propio entorno, cultivando y cuidando (que no explotando) animales. Nada mejor que ponerse a vivir en lo que llaman vivienda hoy en día, en un piso, para percatarme de lo que realmente significa una vida de verdad. Así que lo primero fue traer unas gallinas, cultivar algo de huerta y arreglar la antigua casa. Ahí aparece un primer vínculo con nuestro querido Bilbo.

Pasaron los años y otras inquietudes fueron despertando en mi interior. Aquel remoto viaje pretendido por el mundo con una simple mochila desde mi niñez, cobraba vida. De nuevo el espíritu de Bilbo me poseía. Fue a inicios de septiembre del 2013 cuando releyendo Into de wild, de John Krakauer, vi la luz. En apenas 3 días pasé de querer emular a Criss McCandless, a crear mi propia ruta alrededor del mundo visitando en bicicleta rincones especiales que siempre quise observar. Las Montañas Nubladas de Bilbo fueron para mi, conocer la cultura persa, la hindú, envolverme en la naturaleza salvaje exótica y salvaje de lejanos horizontes, imbricarme en otras culturas ancestrales tan distintas y distantes. Toda una lección de vida y de autoconocimiento que narré en mi posterior libro, Un nómada en bicicleta.

Lo cierto es que pasarte en solitario contigo mismo, en silencio, sin internet, en bicicleta y tienda de campaña, con la única ruta que me marcaba la intuición y la buena gente, te hace sentir en otra dimensión. Así que la vuelta a la normalidad tras 13 meses de expedición planetaria se hizo, como era de prever, dificultosa. Los 20 países, 20.000 km y 395 días con sus noches, dejaron huella.

Tras unos primeros meses deseando volver partir a nuevos destinos, llegando incluso a planificar otra larga ruta por América, el destino me fue enviando señales en diferentes formas que, de hecho, fui siguiendo. Ahora el objetivo fue cobrando forma bajo la premisa de, ser útil. Algo así como una misión vital, una causa de vida, el ikigai que llaman en Japón.

Lo que empezó siendo un curso de bioconstrucción se convirtió en una pequeña idea y, cual bola de nieve, se fue llenando de numerosos aderezos que se pueden visualizar en este especial proyecto cara la comunidad.

Quién desee conocer más aspectos de mi expedición en bicicleta por varios continentes el libro se puede conseguir en librerías o en Casiñas A Comarca. Se dan charlas, ya sea en colegios, asociaciones u otros, mi agenda está abierta con el deseo de poder inspirar. No todos los caminos son iguales, cada uno debe elegir el suyo propio, de ahí que mi principal consejo es rodearse de silencio y soledad de vez en cuando.

David Valsón